Stellantis atraviesa un momento complicado en Europa. La compañía ha anunciado la paralización temporal de hasta seis fábricas en el continente, incluyendo las plantas de Vigo y Madrid, debido a la acumulación de inventario en campas y la baja rotación de ventas. Una señal clara de que la estrategia de producto y la demanda del mercado ya no están caminando de la mano.
Según fuentes de la propia empresa, la saturación afecta directamente a modelos como el Peugeot 2008, Citroën C4 y otros SUV de su portafolio. Esto pone en duda si Stellantis no ha apostado demasiado fuerte por este tipo de carrocerías, dejando de lado opciones como hatchbacks o sedanes que antes tenían un peso importante en sus ventas.
Mi opinión personal es que Stellantis ha generado un exceso de oferta de SUV, que puede terminar por saturar al propio mercado y hacer que los consumidores pierdan interés. Este movimiento deja en segundo plano a modelos hatchback y sedanes, que todavía tienen demanda en ciertos nichos y mercados donde los SUV no son necesariamente la primera opción.
A todo esto se suma la sombra de las polémicas técnicas recientes: motores PureTech con problemas de fiabilidad y la cadena de distribución en los motores BlueHDI, que han erosionado la confianza de los clientes en la marca. Si a eso añadimos la llegada de marcas chinas con precios competitivos y propuestas eléctricas cada vez más interesantes, Stellantis se encuentra en un terreno complicado.
En definitiva, Stellantis enfrenta un reto doble: recuperar la confianza de sus clientes tras los problemas mecánicos y ajustar su estrategia de producto para no depender tanto del formato SUV. Porque la realidad del mercado es que, aunque estos modelos siguen vendiendo, la diversificación será clave para mantenerse competitivo frente a rivales europeos y, sobre todo, frente a los fabricantes chinos.
